Cuando los libros están mucho tiempo almacenados sin ningún tipo de cuidado, pueden guardar moho, termitas, polillas y coger muy mal olor.

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Los libros deben limpiarse con frecuencia y se debe evitar que queden expuestos a factores como la humedad o los rayos directos del sol.

Aunque cada día es más frecuente el uso de libros electrónicos, los libros físicos siguen siendo de gran importancia en los hogares y oficinas, tanto para lectura, como para decoración.

Sin embargo, los libros no son iguales a los objetos decorativos comunes ya que éstos, necesitan muchos más cuidados para una adecuada conservación.

Uno de los principales problemas para los libros, es el polvo. Aunque parece inofensivo, éste se deposita en las portadas y hojas, generando que los libros se vean deteriorados. Una forma de evitar la constante suciedad por polvo, es cubrir las estanterías o bibliotecas con puertas de cristal, lo que protegerá los ejemplares y los mantendrá a la vista.

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Una limpieza general para retirar la suciedad superficial de los libros, se puede hacer por medio de una aspiradora o un plumero, sin embargo, éstos necesitan una limpieza más profunda con cierta periodicidad, es decir, tomar uno por uno y pasar un paño seco por su portada, contraportada, lomo y bordes de sus páginas.

Recuerde que para conservar sus libros en buen estado y evitar su rápido deterioro, usted debe evitar que los libros queden expuestos al sol ya que puede dañar tanto el papel como la tinta.

De igual manera, evite colocarlos en sitios húmedos ya que el papel se deformara y cambiará su composición. Para evitar la humedad, usted puede colocar bolsitas con arroz en los armarios o bibliotecas donde almacene los libros.

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Por otro lado, contrario a la humedad, si los libros se ubican cerca a fuentes de calor, sus hojas pueden resecarse y tornarse quebradizas.